martes, octubre 19, 2004
Ácido, quizás demasiado ácido
Por costumbre o respuesta natural ante ciertos estímulos el macho del ser humano tiende a sentarse detrás de la hembra cuando estos asisten a una misma clase; ya sea por la excitación producida al contemplar los cuerpos o para iniciar un ritual de apareamiento consistente en tirar trozos de goma, cada vez mayores, a la cabeza de la fémina. Uno, como macho de su especie, siente la misma atracción natural pero, por desgracia, le han intentado aparear con especies incompatibles y ahora se ve obligado, para no presenciar una situación realmente desagradable, a sentarse delante de las mismas.
Me explicaré, todo se remonta al día de la presentación. El profesor encargado nombraba el nombre del grupo y a continuación todos los alumnos pertenecientes al mismo. Empezaron con las modalidades de letras y administrativas y mi cara iba pasando de una risa baboseante a un llanto desesperado al ver como todas las hembras se concentraban en grupos que no eran el mío. Al nombrar mi grupo no quedaban más mujeres en el aula y por tanto se perdió toda la esperanza. Pero brotó un rayo de luz, se nombraron dos chicas que por alguna razón no estaban en la presentación.
Y llegó el segundo día. Me crucé de cara con una de las chicas mientras subíamos las escaleras, tenía cara de asco, de haber comido algo muy amargo. "Será que le molesta el sol", pensé. En seguida me la volví a cruzar en el siguiente bloque de escaleras, en esa ocasión miraba hacia sombra y su rostro era el mismo. Y hasta ahí todo bien, por tener cara de "mal follada" tampoco pasa nada malo, si algo nos han enseñado las pelis porno es que una bolsa de plástico o una máscara de cuero en la cabeza lo arreglan casi todo. Pero no, además debía hacer honor a lo de "cara al sol" (mote que le puse para hablar conmigo mismo) proclamando a voz alta, sin arrepentimientos y en presencia de toda la clase que la solución para educar en la cultura de la no violencia era darles "cuatro ostias" a los violentos. Llamenme "rojo de mierda" pero si algo no soporto es la incitación a la violencia y como se les iluminan los ojos a los que proclaman que los puños tienen más poder que nuestras bocas. Se pueden partir las bocas, pero no las palabras.
Y eso es todo por hoy. Es un simple post de desahogo, no se alarmen, ya habrá más tiempo para el humor. Aun quedan muchos cosas que desvelar sobre los institutos públicos y la educación y sobre todo el gran enigma: las napolitanas mutantes del bar. Intentaré postear con la máxima frecuencia que los estudios, la pereza y mis múltiples adicciones me permitan. Y ahora, hagan cosas más interesantes que leer esto. Saludos.
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Por costumbre o respuesta natural ante ciertos estímulos el macho del ser humano tiende a sentarse detrás de la hembra cuando estos asisten a una misma clase; ya sea por la excitación producida al contemplar los cuerpos o para iniciar un ritual de apareamiento consistente en tirar trozos de goma, cada vez mayores, a la cabeza de la fémina. Uno, como macho de su especie, siente la misma atracción natural pero, por desgracia, le han intentado aparear con especies incompatibles y ahora se ve obligado, para no presenciar una situación realmente desagradable, a sentarse delante de las mismas.
Me explicaré, todo se remonta al día de la presentación. El profesor encargado nombraba el nombre del grupo y a continuación todos los alumnos pertenecientes al mismo. Empezaron con las modalidades de letras y administrativas y mi cara iba pasando de una risa baboseante a un llanto desesperado al ver como todas las hembras se concentraban en grupos que no eran el mío. Al nombrar mi grupo no quedaban más mujeres en el aula y por tanto se perdió toda la esperanza. Pero brotó un rayo de luz, se nombraron dos chicas que por alguna razón no estaban en la presentación.
Y llegó el segundo día. Me crucé de cara con una de las chicas mientras subíamos las escaleras, tenía cara de asco, de haber comido algo muy amargo. "Será que le molesta el sol", pensé. En seguida me la volví a cruzar en el siguiente bloque de escaleras, en esa ocasión miraba hacia sombra y su rostro era el mismo. Y hasta ahí todo bien, por tener cara de "mal follada" tampoco pasa nada malo, si algo nos han enseñado las pelis porno es que una bolsa de plástico o una máscara de cuero en la cabeza lo arreglan casi todo. Pero no, además debía hacer honor a lo de "cara al sol" (mote que le puse para hablar conmigo mismo) proclamando a voz alta, sin arrepentimientos y en presencia de toda la clase que la solución para educar en la cultura de la no violencia era darles "cuatro ostias" a los violentos. Llamenme "rojo de mierda" pero si algo no soporto es la incitación a la violencia y como se les iluminan los ojos a los que proclaman que los puños tienen más poder que nuestras bocas. Se pueden partir las bocas, pero no las palabras.
Y eso es todo por hoy. Es un simple post de desahogo, no se alarmen, ya habrá más tiempo para el humor. Aun quedan muchos cosas que desvelar sobre los institutos públicos y la educación y sobre todo el gran enigma: las napolitanas mutantes del bar. Intentaré postear con la máxima frecuencia que los estudios, la pereza y mis múltiples adicciones me permitan. Y ahora, hagan cosas más interesantes que leer esto. Saludos.
miércoles, octubre 06, 2004
Física (y de las reflexiones que uno hace en esa misma clase)
Se tiende a enseñar la Física como la asignatura que estudia todos los fenómenos que pasan en nuestro mundo. En el mundo de la física los trenes llegan puntuales sin chocarse unos con otros y las pelotas describen parábolas perfectas metiéndose a gol y esquivando con gran maestría los genitales de las personas ofrecidas para ponerse de barrera. Todo esto, como etenderéis, dista mucho de nuestra realidad.
Y es que, en la física empírica (llamemosle así, ya que queda mejor que "wormiana") todo cuerpo esférico en reposo tiende a ser puesto en movimiento, ya sea con el pie, con la mano o con el efecto catapulta que produce una cuchara en malas manos. Y ese es el gran problema de nuestro mundo, vivimos rodeados de pelotas, bolas de papel de aluminio, canicas y, como no, piedras en movimiento. Todo esto supone un gran peligro de muerte producida al chocar con uno de estos objetos. Ahora es cuando interviene el segundo concepto de la física empírica: todo cuerpo esférico en movimiento, al que llamaremos pelota, tiende a impactar contra otro cuerpo esférico, a este segundo objeto lo llamaremos cabeza. No sé si será por el gran tamaño de mi cabeza y su campo gravitatorio propio o por lo vacía que está, pero cuando una pelota tiene múltiples objetivos siempre elige el de mi cabeza.
Una vez tenemos todo esto claro podemos pasar a aplicar la gran paradoja de la física teórica a la física empírica: ¿qué pasaría si tiraramos un gato con una tostada untada de mermelada en la espalda contra una cabeza?, pues probablemente el gato caería con las zarpas en tus ojos arrancándolos, luego la tostada, que en el vuelo se habría desprendido, se estrellaría contra tu cabeza llenandote las cóncavas de mermelada haciendo que te escociera aún más. Y es que así es la física realmente, los trenes llegan tarde, colisionan entre sí y las pelotas siempre describen extraños efectos para darte en la cabeza.
"Lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible" Albert Einstein.
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Se tiende a enseñar la Física como la asignatura que estudia todos los fenómenos que pasan en nuestro mundo. En el mundo de la física los trenes llegan puntuales sin chocarse unos con otros y las pelotas describen parábolas perfectas metiéndose a gol y esquivando con gran maestría los genitales de las personas ofrecidas para ponerse de barrera. Todo esto, como etenderéis, dista mucho de nuestra realidad.
Y es que, en la física empírica (llamemosle así, ya que queda mejor que "wormiana") todo cuerpo esférico en reposo tiende a ser puesto en movimiento, ya sea con el pie, con la mano o con el efecto catapulta que produce una cuchara en malas manos. Y ese es el gran problema de nuestro mundo, vivimos rodeados de pelotas, bolas de papel de aluminio, canicas y, como no, piedras en movimiento. Todo esto supone un gran peligro de muerte producida al chocar con uno de estos objetos. Ahora es cuando interviene el segundo concepto de la física empírica: todo cuerpo esférico en movimiento, al que llamaremos pelota, tiende a impactar contra otro cuerpo esférico, a este segundo objeto lo llamaremos cabeza. No sé si será por el gran tamaño de mi cabeza y su campo gravitatorio propio o por lo vacía que está, pero cuando una pelota tiene múltiples objetivos siempre elige el de mi cabeza.
Una vez tenemos todo esto claro podemos pasar a aplicar la gran paradoja de la física teórica a la física empírica: ¿qué pasaría si tiraramos un gato con una tostada untada de mermelada en la espalda contra una cabeza?, pues probablemente el gato caería con las zarpas en tus ojos arrancándolos, luego la tostada, que en el vuelo se habría desprendido, se estrellaría contra tu cabeza llenandote las cóncavas de mermelada haciendo que te escociera aún más. Y es que así es la física realmente, los trenes llegan tarde, colisionan entre sí y las pelotas siempre describen extraños efectos para darte en la cabeza.
"Lo más incomprensible del mundo es que sea comprensible" Albert Einstein.
